Los miedos del signo de Leo
Cuando se habla del león, lo último que se piensa es en las fobias, pues:
¿Qué puede temer un depredador, un rey, una persona dueña de sí misma? Creemos que en el corazón de los nacidos bajo el signo de Leo no caben las dudas y las tribulaciones, cuanto menos el miedo.
Y es que los que se deben al signo del gran felino viven bajo su propio código, y este parece no incluir al temor en sus páginas.
Los Leo no creen en las esperas ni en los permisos: toman lo que desean cuando lo desean. Conquistan antes que convencer; seducen antes que dejarse amar.
Creen que
la fuerza de su personalidad y el magnetismo de su belleza van a abrirles todas las puertas… pero detrás de algunas puertas puede esperarnos el temor que secretamente guardamos.
¿A qué le temen los nacidos bajo el signo de Leo?
Hay una palabra muy extraña que define a la perfección el temor natural de los Leo: atazagorafobia. Es el miedo a ser dejado rezagado, a queda en el olvido. ¿Qué protagonista de su propia vida podría soportar semejante condición?
Aunque da una imagen de soberbia y autosuficiencia, la autoestima de Leo es frágil.
Basta un amago de rechazo, una negativa, un reconocimiento escatimado… Y el león sentirá que la vida se le escurre de entre las manos.
Para todo soberano, que es como Leo se concibe, es vital una corte, y los síntomas de rebelión son para él una
señal de que su reino se sacude y puede llegar a su fin. Y es que,
en el fondo, Leo necesita de cierta adulación para funcionar, para estar convencido de que las cosas marchan...
Si hay resistencia a sus deseos,
como un león viejo que pierde a su manada, Leo cree que le ha llegado la hora, y que debe alejarse para perderse en el olvido, lejos de donde se compite por el amor y por la subsistencia.
¿Cómo puede vencer este miedo un Leo?
Para los Leo la vida es una sucesión de retos que enfrentan, con buena o mala fortuna, sólo con las herramientas de las que disponen de forma natural: su talento, su
inteligencia, su magnetismo y belleza. Aunque se
esfuerzan y son trabajadores esmerados, tienen la idea de que lo más importante les llega por una especie de derecho divino, que les pone por encima de los demás.
De no gozar de ese privilegio, sienten que han
fallado, pero no es así.
Para evitar un
miedo imaginario hay que dejar de vivir bajo las ilusiones. En lugar de un reinado imaginario, los Leo deben pisar la realidad con pie firme: el que da el aprendizaje de la
humildad.